jueves, 11 de junio de 2015

Amiga confusión:

Un día se me calló el cielo al suelo, de repente ya no quería ver el mismo paisaje al despertar, de repente no buscaba el mismo perfume natural que tanto me embriagaba, de repente el ruido era infierno y el silencio gloria, las fiestas eran una perdida y el trabajo felicidad.
No quería más conversaciones carentes de sentido, más miradas perdidas, quería quitarme la mascara.
Aunque había gritado suficiente, aún quería gritar más, con la esperanza de hacerlo tan feroz, alto y fuerte que sintiese miedo de mi persona y saliese corriendo. Decepcionarle era peligroso y posible, asustarle no tanto y aunque no deseaba hacerle daño, solo podía liberar parte del dolor que me hacía sentir hiriéndole.
No hay nada peor que no esperarte algo de ti misma, o ignorar lo que te  cuentas, o negar lo evidente, y yo hice todo eso con su ayuda, porque extraña e ilógicamente, no queríamos aceptar que habíamos asestado mil puñaladas durante mucho tiempo al amor que quisimos compartir, a la historia que parecía que íbamos a vivir.
Fue mi sueño de verano, fue lluvia fresca, diversión, fue lo que creí haber estado persiguiendo durante mucho tiempo, y quizá fue así.
Pero debo entender que hay personas que sienten amor por algo y nunca varían,nunca cambian de gusto o de parecer, se mantienen en la misma postura, con el mismo gusto, con las mismas metas y sueños, que una vez conseguidas les hace perseguir algo bien parecido. Yo me despierto deseando saborear una taza de café y después de sentir que la cafeína me está desequilibrando, irritando, e incluso cansando, empiezo a desear tomar leche con galletas, algo impensable en un tiempo pasado, ya que jamás sentía hambre al despertar, ya que el café lo necesitaba, lo pedía mi cuerpo entero y si no lo tenía,lo buscaba. (Comparación absurda pero valida con lo que quiero expresar) (Este es mi blog, ¿vale?)
Es mejor hacerse a la idea de que has cambiado de idea, de gusto, de sentimiento, que obligarte a permanecer donde estabas por si un día extrañas, por si alguien se queda con tu taza de café, por si no encuentras después la leche o las galletas. Creo que es mejor ser sincera contigo y con la otra persona, intentar no ser bestia, intentar no romper con todo, solo anular parte del contrato y dejarle libertad suficiente para poder tomar tu la libertad que precisas, la que les hace falta, sin la cual se asfixiarían.
Vale, pues tú eras el café que yo necesitaba, el que me recargaba las pilas, mi excitante preferido, el que me hacia salir con energía de la cama, el que me hacia revolver las sábanas, el que me calentaba, me electrizaba y saciaba mis desayunos. Pero todo se volvió algo dañino, necesitaba tranquilidad, tú me alterabas, necesitaba pensar, escucharme, pero había demasiado ruido a mi alrededor, y los días, las noches, las tardes hacían que te mirase a esa cara angelical, tan perfecta, que creaba confusión, que no me dejaba descubrir si era esclava de ella, si quería permanecer a tu lado solo por poder tocarla, por poder besarla, por ser su dueña y señora. No, no me voy a separar, que el café mola y cualquiera va a querer bebérselo, no importa que a mi ya no me esté sentando bien, que entienda que todo el camino no lo podemos hacer juntos, que mi tolerancia llegó hasta aquí, que no paro de pensar que puede tener mejores consumidores que yo, que me atrofia, que,que, que no nos hacemos el bien que un día nos hicimos el uno a la otra.
Estuve confundida, hasta que saltó la chispa adecuada, en un arranque de ira, como no, quise mandar todo a la mierda, quise un cambio radical, quise romper la taza, despedirme y desayunar de otra manera, mirar otro paisaje, respirar otro aroma, escucharme en el silencio y trabajar por conseguir lo que deseaba. Entonces llegaste tú.

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