miércoles, 11 de junio de 2014

Si la taza se rompe en mil pedazos, no esperes a que se recomponga.
¿Qué he aprendido de todo esto?. Tal vez que se sobrevalora a las personas, que hacemos proyecciones que pueden ser odiosas o maravillosas, nos convencemos de que le conocemos a la perfección, tanto que ponemos la mano en el fuego asegurando que esta persona nunca actuaría del modo x, sino del modo y.
Pero si un@ nunca llega a conocerse del todo, por qué seguimos soñando con saber de qué manera actuarán l@s demás.
¿Lo cuento o no lo cuento? Si,si, venga, si lo cuento.....(Esta coña me recuerda a la persona de la que voy a hablar)
Conocí a J, con 13 años, empezamos siendo coleguitas, con algo de atracción, pero coleguitas. Los años fueron pasando y seguía visitando la cancha de la famosa urbanización Veleta, del Barrio La Salú . Yo ya no era tan asidua, pero él si, ya que jugaba a baloncesto como el mejor, quedaba con sus amigos, comían pipas en los bancos, hacían fiestas en el local, etc. Pero iba de vez en cuando y nos veíamos, claro, los años habían pasado y yo ya estaba en mi segunda adolescencia, no era una niña, así que se fijaba más tranquilamente en mi.Yo 15, él 18 y en mi cabeza un chico de 20 años que nunca llegaría a corresponderme como yo soñaba. Pero las charlas entre J y yo cada vez eran más extensas, era una edad en la que no estaba acostumbrada a fiarme de los chicos, pero él me inspiraba toda la confianza del mundo.
Una noche, después de mucho hablar, me quiso besar y me besó, después me pidió empezar una relación y le dije que no, pero no solo le dije que no, también le expliqué que adoraba a un tal veinteañero y que yo tenía que serle fiel a mis sentimientos. Pero a los 15 las hormonas suben, bajan, dan vueltas, corren, se frenan, así que al cabo de unos meses le dije que si. Dos meses más tarde el verano tocaba mi puerta, mi castigo eterno por las malas notas estaba despareciendo y la fiebre del sábado noche empezaba a hacer estragos en mi vida, así que lo dejé.
De vez en cuando me veía con un tal S, mayor que yo, que estaba frito por desvirgarme, y claro, he ahí mis sentimientos enfrentados, o esperar al príncipe azul (que desde luego no se parecía en nada a aquel chico del Nooctua)  o morder de una buena vez la manzana que tanto ansiaba morder. Decidí caer en manos de S, la curiosidad y las ganas me mataban, S era un medio para un fin. La tarde que decidí llamar a S para decirle que sí, vi a J a lo lejos y las mariposas que nunca había sentido antes revolotearon por todo mi estómago al abrazarle, así que nos fundimos en un cariño y amistoso abrazo que me hizo renunciar a los planes de S, parecía una señal.
No volví a verle hasta que pasó un año, yo había cambiado muchisimo, mi revolución interna me condujo hacia un estilo muy heavy, tanto había cambiado que antes de verme con J en los veleta le advertí de mi cambio y de mi prótesis dental. Imagínense el cuadro, pelo largo, con un rojo desteñido de tinte, aparatos en la boca, gafas de vista, pantalones vaqueros con falda vaquera encima, suéter negro con imágenes macabras, ojos repintados de negro y mi querido collar de pinchos, hala.
Estuvimos toda la tarde juntos, al final me pidió salir y le dije....No. Dos días más tarde le pedí salir yo, y me respondió....Si.
Yo muy de negro, él más de blanco, yo muy polifacética y ante todo jevata, él polifacético y ante todo salsero, yo muy liberal, él más cerrado, yo muy metida en saber de  política, de ideología anarquista, él se enteraba lo justo y necesario, sin grandes inclinaciones, vamos que nos parecíamos lo que un huevo a una castaña. Pero casi 9 años estuvimos juntos, yo recién estrenados mis 17 y el sus 20.
 Le contaba mis sueños de irme a África, él me decía que compartiría ese sueño conmigo, yo deseaba ser madre algún día, soñaba dar a luz una vez y adoptar otr@ y él decía que sería el padre de amb@s.
Eramos amantes del cine, del sexo (perdimos la virginidad juntos), de la lealtad, de nuestras familias, de la música (por separado) y de alguna que otra cosa más.Yo cambié en esos años, cambié de aspecto, de gustos, me metamorfosee como hago siempre, siéndome fiel por completo a mi misma. Él también fue fiel a sí mismo, aunque me siguiese en cosas a las que intentaba arrastrarle, pero no cambió demasiado, J era J, para bien y para mal.
Nunca un hombre me había amado tanto, nunca me habían guardado tanta fidelidad en lo amplio de su significado, ni me habían idolatrado así, en cierta manera. Aveces nos mosqueábamos y creía no gustarle en nada, parecerle rara, loca, no sé, pero después entendía que adoraba todo eso, me adoraba por ello y por muchas otras cosas.
Tuvimos nuestras subidas y bajadas, pero jamás dudé de él, sabía que era  humano y como human@s que somos la imperfección viene en el lote, sobre la faz de la tierra somos de lo peorsito, pero J me demostraba tantas cosas buenas que era la persona en quien más confiaba, el no familiar de sangre que más amaba.
Felizmente, nunca dejé de verlo así, tristemente no pude seguir viéndolo como pareja, casi 9 años pasamos juntos,y agradezco con toda mi alma el tiempo que viví a su lado. Pero hoy, 11/06/2014, tras dos años y medio de ruptura por fin he llegado a entender que esa persona no quiere seguir viviéndome porque no seré más una amante, un pilar,y una fiel compañera diaria. Yo por otra parte si seguiría viviéndolo, sería su mejor amiga,su compañera en otro sentido, pero no.
Yo nunca juré amor eterno, le juré que le amaba y que eternamente quería unir mi vida a la suya, incluso después de que derrumbase  nuestra fortaleza matrimonial, si es que se derrumbaba, y así fue, sucedió.
Pero los dos juramos no separarnos jamás y él ha faltado a su palabra.
¿Qué he aprendido de todo esto? Aprendí a prometer cosas a corto plazo, a no confiar más en el futuro que en el presente, a no creer a ciegas, y a que si alguien merece caminar de tu mano, debe entrelazar con suavidad sus dedos a los tuyos,no tirar de ti, ni apartarte. También aprendí que las tazas cuando se rompen en mil pedazos no se recomponen.


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