lunes, 9 de junio de 2014

Saber que no sabes es lo que más sabrás:

Estaba segura de que quería ser pianista, después veterinaria, también quise ser actriz, lo deseaba día y noche, quise ser animadora sociocultural (lo soy) sin ejercer, pero titulada. Yo me decía, voy a trabajar con mujeres, me decanto por currar contra la violencia de género, aunque más tarde entendí que era discapacidad mi vena latente, así que trabajaré con personas discapacitadas. Bueno, pensándolo mejor, no tengo tanta fuerza, me contracturo con facilidad...... A otra cosa mariposa.
Claro, son los y las niñas lo que me va, me va educar, rodearme de almas puras, de simpáticas personitas, siempre tan adorables, tan reales, tan entregadas, tan............
Y aquí estoy, intentando creerlo de verdad, intentando no solamente acabar titulada, sino empleada como tal, intentando que todos mis planes no sean sueños, que mi realidad se forme de una una vez sobre la base de mis sueños.
Pero es que soy así para todo en realidad, ayer soñé blanco, hoy sueño rojo y el mañana parece tan negro, que mejor volar buscando algo de luz que lo ilumine en el cielo, y así me la paso, volando, de vez en cuando aterrizando, hasta ese momento en que no me gusta la realidad que veo e intento volver a ser libre, intento reunirme con mis deseos ocultos en mis sueños, donde no existe el mal, existe el bien, en mis sueños el bien siempre existe. Nunca sueño con matar a nadie, ni cabreada, nunca sueño con destruir la vida de los demás (concientemente), no existe la crueldad en las cosas que sueño, solo saboreo lo que deseo.
Al abrir los ojos aveces me encuentro una realidad agradable, con personas agradables y situaciones agradables y en esos momentos te alegras de que la vida continúe, de que la muerte no te haya cogido aun de la mano, ni haya dado su beso mortal. Si, aunque nací, crecí y vivo confusa, doy gracias por la vida que tengo, se podría decir que me ha ido bien, que he tenido suerte y a buenas sombras me he arrimado. Pero aveces la confusión, los velos que se corren en el pasillo de mis ideas me molestan bastante, tan confundida vivo que no sé reconocer a la perfección lo que estoy sintiendo, los cambios que voy dando, los saltos que debería pegar y no pego.
Las situaciones de la vida también conducen tus acciones y pensamientos, la confrontación de deseos también lo hacen, soy de las que piensan que no se puede tener todo. Nunca podrás desear a alguien, sentirte libre recorriendo su camino, mantener el mariposario revoloteando, y sentirte unida, protegida, querida y complacida por mucho tiempo. Cuando dura mucho tiempo, alguno de esos factores desaparece, se torna, se transforma, alguno en el mejor de los caso, casi todos en el peor.
Entonces ahí te comparas con las figuras que conoces, normalmente empiezas por tu figura de apego, una madre en la mayoría de los casos, sé que hay mil tipos de familias, cada cual sabrá quién es su figura de apego, la mía fue y es mi madre, por mucho que haya crecido.
Ves una mujer valiente, firme, dudosa, mimosa, entregada, frágil, fuerte y tan madura como inocente. Sabes que tienes muchas cosas en común con ella, unas te agradan, otras las rechazas tanto aun siendo obvio que eres como su reflejo, prefieres convencerte que en nada te pareces a ella. Y te permites analizar su vida, y repetirte a ti misma... Yo jamás haré eso, no viviré con un hombre tan gilipollas a mi lado, al mismo tiempo que te prometes formar una familia unida para siempre, como la familia de tu amiga, cuya madre tiene una depresión acojonante cada dos por tres, cuyo marido se acuerda que lo es cuando cumplen aniversario de bodas, cuando es el cumpleaños de ella y cosas así. Sigues analizando a tu madre y dices, yo nunca seré tan despistada, y sales de casa sin las llaves. Nunca tendré ese carácter exasperante, hasta que tu hermana pequeña te toca la moral y la lapidas a gritos. Nunca seré tan mimosa/caprichosa, hasta que tu novio no te hace el favor de dejarte con el coche en la puerta sino en la esquina y a penas te despides de él ese día.
Claro, no quieres ser ella, quieres ser tú, no quieres ser otras personas que conoces, tal vez tener bienes materiales que poseen, pero no sus vidas, quieres tener la tuya, pero cuando te preguntas qué quieres te respondes mil cosas.  Cuando consigues lo que te propusiste, lo vas saboreando poco a poco, que bien huele y que rico sabe, era lo que estabas buscando, él, ella, eso, aquello, no importa de lo que estemos hablando, lo tienes y lo disfrutas, pero llega un momento en que no huele igual, no sabe igual,no tiene el mismo color, no causa la misma sensación. Eso no será lo peor, lo peor es no saber si deberías dejarlo atrás, o conservarlo, olvidarte o no despegarte, adorarle u odiarle. No sabes si al decidir quedarte lo haces pensando en ti, si lo haces pensando en tus sentimientos o no, si el exterior te arrastra más que tu interior, cuales son las causas que te mantienes donde estas. Es peligroso, muy peligroso no saber diferenciar.
Estos males no los padezco solo yo, ni tú, lo padecemos mil millones de personas, seguramente muchisimas más, por eso es aconsejable echar un vistazo a todas las zonas de nuestro cuerpo, especialmente la cabeza y el corazón, practicar ejercicios como la meditación, no tiene por que ser una meditación de manual, bastará con respirar, relajar la mente y analizar ese trastero donde almacenamos todo, seguro que te sorprendes.
Este consejo de mi misma, aveces intento ponerlo en práctica conmigo y entiendo que hay cosas que no quiero ver, me salva lo que yo llamo La Última Opción, es una bomba activada en mi interior, que se detona por si misma cuando ya la cosa es crítica.
Que nadie siga este patrón por favor.

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